Los  menores con discapacidad como víctimas de maltrato infantil: una  revisión
Children with disabilities as  child abuse victims: a review
La protección  adecuada de los derechos de los menores con discapacidad es todavía una  asignatura pendiente de nuestras sociedades. El objetivo de esta  revisión es aumentar la conciencia de los profesionales de la  intervención psicosocial del mayor riesgo que sufren los menores  discapacitados de sufrir cualquier tipo de abuso, no solo por factores  asociados a su situación personal, familiar y social, sino también por  la mayor dificultad de los profesionales para detectar las situaciones  de maltrato, dar credibilidad a las sospechas sobre el mismo,  denunciarlas, y tratar adecuadamente las situaciones en los que el  maltrato efectivamente se produce, especialmente cuando se produce en  menores con discapacidad psíquica. Se plantea que el reconocimiento de  esta mayor vulnerabilidad y sus causas entre los profesionales  relacionados con la infancia y/o la discapacidad es el primer paso para  la prevención y la detección temprana y eficaz de estas situaciones.
Palabras clave 
Maltrato,  Menores, Niños, Discapacidad, Negligencia, Factores de riesgo,  Protección de menores
La infancia con discapacidad ha sido, y sigue siendo, la  población cuyos derechos han sido más impunemente negados y violados a  lo largo de la historia y en la mayoría de las culturas, y, con toda  probabilidad, la más vulnerable a todo tipo de maltrato. El  infanticidio, el aislamiento en instituciones y el abandono familiar de  los menores con discapacidad han sido ampliamente aceptados en nuestras  sociedades hasta hace bien poco. Si pensamos en otros grupos que han  sido vulnerables por cuestiones de raza, de sexo o de nacionalidad, los  discapacitados han sido, dentro de estos colectivos, aquellos sobre los  que ha recaído de manera más contundente el peso de la discriminación.  El reconocimiento de los derechos de todos los niños y la preocupación  por protegerlos han sido bastante tardíos históricamente, pero cuando  nos referimos a los menores con alguna discapacidad, la protección  adecuada de sus derechos sigue siendo una asignatura pendiente de  nuestra sociedad, a pesar de los enormes avances que se han hecho en  este sentido en las últimas décadas (Morris, 1998).
La relación que  existe entre maltrato infantil y discapacidad se ha documentado en tres  direcciones básicas en los estudios dedicados a esta cuestión: el menor  discapacitado como víctima del maltrato, la discapacidad como  consecuencia del maltrato infantil y, por último, el discapacitado como  actor del maltrato activo y pasivo hacia otros menores (Verdugo y  Bermejo, 1995).
Esta revisión teórica se centrará en el menor  discapacitado como víctima de maltrato. Sin embargo, no debemos olvidar  las otras dos direcciones de estudio que, a su vez, acaban incidiendo  también en el aumento de la vulnerabilidad de los propios menores con  discapacidad.
En este sentido, es importante resaltar cómo un  importante porcentaje de discapacitados lo son como consecuencia de  distintas formas de maltrato en la infancia. Sobsey (1994) sitúa este  porcentaje en el 14%, y se ha observado cómo esta relación se convierte  en un círculo vicioso en el que el maltrato crea o agrava una  discapacidad que, a su vez, aumenta el riesgo de maltrato (Jandes y  Diamond, 1985). Es el caso, por ejemplo, del maltrato prenatal. La  negligencia en el seguimiento médico del embarazo o el consumo de  sustancias tóxicas durante el mismo, reconocidos por los expertos como  formas de maltrato (Observatorio de Infancia, 2006), pueden derivar en  síndrome alcohólico fetal o en otros daños neurológicos y funcionales  que derivan en discapacidad (Zelenko, Lock, Kraemer y Steiner, 2000).  También se han documentado los efectos de la negligencia afectiva y del  abandono temprano en la lentificación e incluso el estancamiento del  desarrollo físico y psicológico del niño (Beckett y cols., 2003; Groza y  Ryan, 2002 ), y, por supuesto, del maltrato físico como generador de  lesiones que pueden derivar en discapacidad (Sullivan y Knuston, 1998).
Por  otro lado, se ha estudiado a los discapacitados como autores de maltrato  infantil. En este sentido, se ha detectado el mayor riesgo que tienen  los adultos con discapacidad intelectual de tener un comportamiento  negligente o agresivo hacia sus hijos (McGaw y Sturmey, 1993). También  se ha destacado la sobrerrepresentación de los discapacitados  intelectuales como abusadores sexuales (Beail y Warden, 1995; Day, 1993;  O,Callaghan, 1998), lo que a su vez se relaciona con el mayor riesgo de  sus compañeros a sufrir abuso cuando viven en instituciones  residenciales o conviven en centros escolares y dispositivos de ocio y  tiempo libre. Es posible que la sobrerrepresentación de los  discapacitados psíquicos como abusadores sexuales se deba, al menos en  parte, a que este tipo de abuso se detecta de modo mucho más evidente  cuando el abusador tiene discapacidad, por ser su comportamiento más  impulsivo, más público y menos cuidadosamente escondido (Thompson y  Brown, 1997), dándose así el efecto inverso en la probabilidad de  detección que cuando el abuso se perpetra por parte de una persona sin  discapacidad.
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